SUELOS ÁCIDOS – PLANTAS ACIDÓFILAS – PH

Existen muchos tipos de suelos con características físicas, químicas y biológicas diferentes.  Los suelos varían de principalmente acuerdo a su material mineral de origen, al clima en que se desarrollan y a la vegetación que sostienen (por ejemplo: los bosques de pinos acidifican el suelo debido a los componentes químicos que poseen)

Una de las características químicas importantes de un suelo es su pH, o sea la acidez o alcalinidad (basicidad) que posea (ejemplo de ácido: vinagre; ejemplo de alcalino o básico: bicarbonato de sodio).

Las plantas se han adaptado y evolucionado para crecer en determinado tipo se suelo.

¿Qué características tiene un suelo ácido? El suelo ácido es cualquier suelo que cae por debajo de 7 en la escala de pH – la unidad de medida para suelos ácidos versus alcalinos. La escala de pH es un sistema numérico que oscila entre 0 y 14 y que se utiliza para probar la acidez o alcalinidad del suelo, siendo la medida de 7 completamente neutra.

 

Los suelos ácidos tienen poco calcio, magnesio y potasio. Los suelos muy ácidos también son deficientes en azufre y boro; en cambio contienen mayor cantidad de aluminio, hierro y manganeso en forma soluble, también pueden contener cantidades tóxicas de cobre y zinc. 

 

 Suelos del mudo según la FAO. Rojo: suelos ácidos, azul: suelos alcalinos; amarillo: suelos neutros.

Existe un grupo de plantas que son originarias de lugares con suelos ácidos, se han adaptado a ellos y solamente tendrán un buen desarrollo en ese tipo de suelos. Nos referiremos a estas  plantas como acidófilas (amigas del ácido).

En nuestros jardines y casas cultivamos varias plantas acidófilas, de manera que a veces es necesario agregar enmiendas al suelo para lograr mejor desarrollo y evitar carencias de nutrientes. 

 

Las plantas acidófilas más comunes:

  • Helechos de varias especies
  • Azaleas
  • Citrus (limoneros, etc…)
  • Hortensias
  • Camelias
  • Jazmín del cabo
  • Acer palmatum verde
  • Acer palmatum ‘Atropurpureum’
  • y hay más

Antes de acidificar un suelo es conveniente medir su pH. Existe una forma sencilla y bastante confiable, utilizando papel reactivo. Vamos a necesitar: 1) tiras de papel reactivas al pH, 2) 3 vasos de vidrio, 3) 1 l de agua destilada 4) cucharitas, 5) suelo o sustrato a medir, 6) Jarra o recipiente para medir líquidos y sólidos (de cocina).

Pasos a seguir: 1) Tomar muestras de tierra. Con una palita de jardinería tomamos un volumen de tierra de unos 5 cm de diámetro  y 10 cm de profundidad en las inmediaciones de la planta o sitio que deseamos medir el pH. Obtenemos 3-4 de estas muestras, las ponemos en una bolsa de nailon y las mezclamos bien. Si es necesario la tamizamos para eliminar raíces, grumos, etc. 

2) De la bolsa de mezcla de suelo tomamos 3 volúmenes iguales y ponemos cada uno en un vaso de vidrio bien limpio. El volumen podría ser aproximadamente 1 pocillo de café.

3) Agregamos 2 y media veces el volumen de suelo en agua destilada (1 volumen de suelo: 2, 5 volúmenes de agua destilada).

4) Revolver cada uno de los vasos durante 3 minutos con una cucharita limpia. 

5) Se deja reposar la mezcla de tierra y agua durante 10 minutos y entonces se sumerge la tirilla reactiva durante 10 segundos.

6) Se deja orear 10 segundos la tirilla mojada y se compara el color con la escala provista por el fabricante de las tirillas. Obtendremos 3 valores de pH lo que  nos garantiza mayor confiabilidad.

El amarillamiento de las hojas causado por una deficiencia de hierro se conoce como clorosis y es común en plantas acidófilas. Los síntomas se inician en las hojas jóvenes, debido a que la movilidad del hierro es pequeña.  El hierro está presente, pero por interacciones químicas con otros elementos no puede ser asimilado por la planta. 

Clorosis férrica en Hortensia. Clorosis viene de clorofila; la molécula de clorofila contiene Hierro, de manera que con su carencia las hojas pierden el color verde.

Recordar que las Hortensias de flor azulada, redonda y grande son azuladas debido a la acidez del suelo, si el suelo es básico o neutro quedan de color rosado como se sueln ver en las mayoría de los jardines.

La solución más eficaz  para remedir la clorosis férrica es la utilización  de quelatos de hierro. Los quelatos de hierro son fotosensibles, por lo que la aplicación  en el suelo es más efectiva. La mejor época de aplicación de los quelatos de hierro es preferentemente al final de invierno o principios de primavera.

Para acidificar el suelo se utiliza el  sulfato de hierro, se logra que la planta asimile el hierro. Añade 4 gramos de sulfato de hierro por litro de agua y cada semana riega una vez con esta agua; el resto de riegos puede ser solo con agua.  También se puede aplicar en el pie de la planta una vez al mes hasta que la planta reverdezca a razón de 75 gramos para plantas de 1 metro y de 150 gramos para plantas de 1.50 metros. Mantener esas proporciones para otros tamaños.

Otra opción para acidificar el suelo es aplicar azufre (suele ser barato) a razón de 100 gr/ metro cuadrado, sus resultados demoran  varios meses. Estas aplicaciones se realizan para cultivos que exigen suelos ácidos, y se suele preparar el terreno antes de la plantación. Realizar esta práctica cuando se ha presentado el problema de clorosis no solucionará a corto plazo el problema.

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